Julio Sánchez era el mitayero del campamento, diariamente salía solo y recorría grandes extensiones de la selva en busca de caza. Con las primeras sombras de la noche regresaba, trayendo venados, huanganas, sajinos, conejos, achunis, sachacuyes, ardillas, paujiles, pavas, trompeteros, panguanas, loros, palomas, etc.
Cuando tenía la suerte de encontrar una manada de huanganas, se subía a un árbol para librarse de la furia de dichos animales y desde arriba mataba varios ejemplares. En este caso, regresaba a pedir ayuda para el transporte de los animales muertos, en igual forma procedía cuando cazaba una sachavaca grande o un otorongo.
Una vez pasando cerca de un matorral, escucho un ruido de galope a gran velocidad, entonces se escondió tras un árbol, con el arma lista a disparar, era una sachavaca, que tenia prendido en su lomo a un enorme otorongo que le trataba de dominar y Julio le disparo al otorongo, hiriéndolo pero escapo.
Luego saliendo de su escondite comenzó a seguir los rastros de sangre que fue dejando la sachavaca, de la terrible herida que le había causado el tigre, hasta que encontró a la sachavaca recostada en un tronco caído, mal herido y sin fuerzas para levantarse y correr.
El mitayero se compadeció de la pobre bestia y la llevo al campamento para curarle y domesticarle, no sin antes cubrirle sus sangrientas heridas con barro con el fin de aliviarle el dolor y paralizar la hemorragia.
Poco tiempo después, era la mascota el campamento completamente curada y domesticada.
Y es así como el mitayero abastecía diariamente de carne fresca del monte al campamento.
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